Patrimonio artístico y arquitectura popular
La Iglesia Parroquial de San Bartolomé data, según las Relaciones de Felipe II, de 1560, cuando los primeros moradores del pueblo la edificaron sobre el solar del antiguo castillo árabe, y utilizando materiales reutilizados, en muchas de las piedras de sus muros se pueden contemplar cruces y motivos visigodos y medievales. Se trata de una iglesia de planta basílica, con ampliación hacia el ábside, tejado a dos aguas, y sin torre, rematada por una espadaña con campanario.
Su interior consta de una única nave y un coro, así como dos capillas laterales más recientes. En siglos anteriores, los muros alojaron otras pequeñas capillas o nichos, utilizados como panteones privados de las familias más pudientes (siglo XVI) o como pequeños altares para las imágenes de las cofradías, también se conservan en ellos restos de pinturas y frescos medievales, destacando una capilla con la representación de «La Conversión de San Pablo». EN el siglo XVIII todo el interior se remodeló en un estilo neoclásico adquiriendo el techo su actual forma ovalada y perdiéndose muchos frescos. En 1901 culminan las obras de construcción de la «Capilla de Nuestra Señora la Virgen del Rosario»
El retablo del altar mayor se construyó en 1772 y es obra del arquitecto y escultor almagre Juan Joseph Mollor y Briones. Es de madera policromía y con 3 cuerpos, albergando el central la imagen de San Bartolomé, y coronado todo el conjunto por un escudo con los apellidos ilustres de los Señores de Valenzuela y Marqueses de Torremejía (Mejía, Osorio, Zúñiga y Narváez), «protectores» que fueron de la Parroquia. Contaba con dos alas que fueron destruidas durante la Guerra Civil Española. Su última reforma importante se llevó a cabo de 1965.
La iglesia también alberga una talla medieval de una virgen sedante con un niño, fechaba entre los siglos XII y XIII, típica del primer gótico, se trata de la imagen más antigua de nuestra localidad (la mayoría fueron destruidas en la Guerra Civil de 1936) existiendo pocos ejemplos en nuestra provincia, se encontró en el pajar de una casa particular y se piensa que pudiera tratarse de Nuestra Señora de la Nava, a la que los valenzoleños medievales rendían especial culto y devoción.
De finales del siglo XVII, pero construida sobre las ruinas de la ermita medieval de San Agustín, es la ermita del Santo Cristo de la Clemencia, de estilo barroco. En origen el templo contaba con una sola nave, a la que se añadió con posterioridad una segunda tranversal que dota a todo el conjunto de planta en forma de cruz latina. La intersección entre ambas se salva con una falsa bóveda de cañón sustentada por pilastras adosadas al muro, en cuyo interior hay una cúpula, en las rechinas podemos ver 4 escudos policromos con imágenes de los 4 evangelistas y sus respectivos símbolos. En la cabecera del altar mayor está la imagen del Santo Cristo, acompañado a ambos lados y en los muros por varias imágenes compradas por el pueblo durante la última posguerra. Históricamente, a esta ermita el pueblo le atribuía un curioso milagro relacionado con la luz de sus velas, siendo también muy interesante su rica iconografía y su simbología.
Ermita de San Isidro, a escasos kilómetros del pueblo, y sobre el cerro del mismo nombre, se encuentra este templo dedicado a la adveración del patrón de los agricultores. Construido en 1957 por la iglesia parroquial y la Hermandad de Labradores. Se trata de un templo sencillo de una sola nave o planta, reconstruido totalmente hace unos años, y que en origen era blanco, encalado, y hoy de piedra. Los alrededores de la ermita cuentan con un porche y cocina campera, e importante zona de recreo, donde en 2009 se construyó un albergue juvenil y zona de ocio que lleva el nombre de «Balcón de Calatrava» precisamente por las vistas que desde aquí e pueden disfrutar del pueblo y que constituyen un claro ejemplo del paisaje típico de la comarca.
La arquitectura popular de Valenzuela es la típica de casas encaladas de una o dos alturas, siendo la superior en ocasiones una cámara de bajo techo usada como almacén de cereales, techadas con teja árabe y zócalo de mampostería azulado. Puertas y ventanas de madera, y chimenea. Los patios y corrales solían ser de tapial de tierra o adobes. Hasta la década de los 60 del siglo XX, esta fisonomía dotaba a todo el pueblo de un predominio de color blanco que hacían destacar sobre todo el conjunto o paisaje urbano a la iglesia parroquial, la ermita del Cristo y la casa mansión de la familia Mauro, cuya construcción en piedra le daban un color más pardo o anaranjado. Las casas de las familias más pudientes se articulaban en torno a un patio central portado, con columnas de madera o piedra. En algunas casas situadas en la manzana, que hasta los años 60 ocupó la casa de campo y el huerto de los Marqueses de Torremejía, pueden encontrarse aún escudos nobiliarios.